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Diabetes Mellitus II, Un manejo integral en nutrición

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Hablemos de los orígenes de la diabetes Mellitus tipo II; esta se caracteriza por tener un inicio insidioso, sobre todo en personas mayores a los 40 años que cursan con sobrepeso u obesidad. La predisposición genética, resistencia a la insulina o defecto en su producción por las células beta del páncreas, sumado a factores exógenos como una dieta inadecuada obesidad y sedentarismo; estimulan el desarrollo de la enfermedad.

Esta disminución de producción de insulina tiene como respuesta su mayor producción, desarrollando el hiperinsulinismo con la finalidad de contrarrestar esa resistencia a la insulina y mantener valores normales de glicemia en sangre. Poco a poco el ciclo va avanzando hasta llegar a un estado donde las células beta pierden la capacidad de producir insulina, generando una mayor concentración de glicemia postprandial e incluso más adelante también en ayuno.

Existen otras enfermedades que acompañan generalmente a la diabetes mellitus II y son la Hipertensión Arterial, Dislipidemias y resistencia a la insulina, además sistemas aledaños como la cascada de coagulación también suelen verse afectados por la mayor producción de fibrinógeno, tromboxano A2 y haptoglobina, generando mayor agregación plaquetaria y posibles eventos cardiovasculares.

La fisiopatología de la diabetes mellitus II tiene una fuerte asociación a diversos factores, entre ellos la dieta, el sobrepeso y el sedentarismo; a ello se le debe agregar la carga genética como antecedentes familiares en el desarrollo de esta enfermedad.

La resistencia a la insulina es el paso previo y reversible del proceso que lleva a la diabetes mellitus II, se identifica principalmente por la elevada concentración de insulina en sangre y a la vez elevados valores de glicemia, teniendo estos naturalmente una relación opuesta.

Finalmente, la dislipidemia marca un ciclo de inflamación crónica que lleva como feedback alimentador a todo el proceso. (Salgado Ordóñez et al., 2017).

Lo que podemos ver externamente se conoce como signos y síntomas; producto de toda la fisiopatología explicada anteriormente, la hiperglicemia es un signo que dependiendo el estadio o el tiempo de la enfermedad puede causar muchos síntomas como clásicamente se conoce como la triada de las P, polidipsia o aumento por el consumo de agua; polifagia o aumento del apetito por alimentos y poliuria o aumento de la producción de orina.

Adicionalmente, cuando la enfermedad tiene un tiempo de antigüedad moderado; la hiperglicemia suele deteriorar de manera sistémica múltiples órganos como ojos (retina), nervios, riñones, entre otros, desarrollando secuelas resultados de la elevada concentración de glucosa en sangre. (Salud, 2021).

El tratamiento es multidisciplinario, pero hoy quiero compartirles desde el área de nutrición. Antes de prescribir un plan de alimentación, es fundamental la evaluación nutricional del paciente, para así poder armar un plan personalizado de acuerdo a sus requerimientos energeticos, objetivo nutricional, patologías y nivel de actividad física.

Una vez evaluado y diagnosticado el paciente, primero tomar en cuenta que es necesario eduacar al paciente en cuanto a sus hábitos de alimentación, tratando de armar un plan a largo plazo y sostenible en el tiempo y para ellos es necesario tomar en cuenta sus costumbres, sus horarios, factores laborales y ambientales (Centro Nacional de Excelencia Tecnológica en Salud, 2008).

En cuanto a la distribución de macronutrientes se recomienda ser los más personalizado según la evaluación, sarcopenia, y comorbilidades.

Muchos pacientes tienen la equivocada o extremista ideal de elimiar por completo de su alimentación los carbohidratos cuando son tan necesarios, sobre todo en tratamiento de antidiabético oral e insulinoterapia. Lo que se debe considerar es la cantidad (porción) y calidad de carbohidratos, recomendándose consumir alimentos con menor índice glicémico. Cambiar por los carbohidratos simples por complejos o ricos en fibra, asegurando un consumo de la misma de 21-25 g/d para mujeres y 30-38 g/día para varones. Reducir azúcares simples en la dieta: <5% del VCT. Además, se les recomienda limitar o evitar la ingesta de fructosa aislada o del jarabe de maíz alto en fructosa. (Torres et al., 2017).

La ingesta de proteína recomendada  sería entre 1 a 2 gr/kg de peso al día. Las proteínas, de alto valor biológico, son necesarias para tratar la sarcopenia, la dinapenia o la sarcodinapenia en pacientes con diabetes. Se requiere la ingesta del aminoácido leucina (4 a 6 g/día).

La diabetes es una enfermedad cardiovascular por lo que los lípidos tienen roles en la inmunidad. El aporte de lípidos se debe considerar una dieta rica en grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas: 30 al 35 % del total de calorías (Grasas monoinsaturados: 20 – 22 %, Grasas poliinsaturadas: ≤ 10%, Grasas saturadas: < 7%).

El EPA/DHA, pueden disminuir la inflamación crónica; Los omega de los aceites vegetales, son necesarios para una adecuada respuesta inmunológica y una disminución sustantiva de procesos inflamatorios. (Crupi & Cuzzocrea, 2022).

No podemos dejar de lado la actividad física; con respecto al ejercicio; uno de los principales objetivos es mejorar la relación entre masa muscular y grasa corporal, esto motivando el consumo de una dieta según los requerimientos del paciente y además motivando la práctica de ejercicios físicos que lleven al aumento de fibras musculares con el consecuente mejoramiento de la fuerza corporal.

Existen dos tipos de ejercicio que, combinados de la manera correcta, aseguran un buen desempeño en el cumplimiento de los objetivos del paciente; el ejercicio anaeróbico o bien llamado de fuerza y el ejercicio aeróbico. (Z et al., 2020).

En ejercicio anaeróbico se estimulará la síntesis de proteínas producto de todo el proceso de rupturas y generación de nuevas fibras musculares (hipertrofia muscular), combinado con un ejercicio aeróbico donde se presenta mayor biogénesis mitocondrial. Ambos son complementarios y se recomienda como mínimo un intervalo de 6 horas entre ellos.

Definitivamente cada estadio de diabetes mellitus II deberá contar con una intervención personalizada tanto en nutrición como en recomendaciones de actividad física. (Shawahna et al., 2021).

Finalmente, con respecto a los estilos de vida para los pacientes diabéticos, son muchas las áreas a cubrir; sin embargo, podemos centrar esfuerzos en recomendar practicar actividad física, disminuir (suprimir) idealmente el consumo de tabaco y/o bebidas alcohólicas y una alimentación balanceada.

Definitivamente, el reto está en mantener estas tres aristas alineadas siguiendo las recomendaciones de las guías de práctica clínica en nutrición, motivando a los pacientes a una concientización de su salud, previniendo enfermedades y atenuando síntomas en caso ya se estén cursando. (Shawahna et al., 2021).

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